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El saludo mexicano y otras historias

Llevo casi tres meses en México y todavía no he escrito nada sobre la forma de saludar en este país. Siguiendo con mi "ignorancia" cultural, cuando llegué no me informé sobre el saludo mexicano porque creía que podría ser igual que en España. Lejos de la realidad.

Lo primero que me llamó la atención, y lo sufrí en mis carnes, fue que cuando te presentan a una mujer o cuando la saludas sólo se la besa una vez. La primera ocasión que me pasó no lo sabía, así que fui a dar un segundo beso. La chica se apartó inmediatamente y yo me quedé bloqueado porque pensaba que había hecho algo mal. Pero no, sólo se trataba de que aquí sólo dan un beso y no dos.

Lo mismo ocurre cuando saludas a un chico. Por defecto siempre tiendo a dar la mano a la persona que estoy conociendo o saludando, pero aquí no sólo te la agarran sino que también te abrazan fuerte, te golpean dos o tres veces en la espalda y después te vuelven a estrechar la mano.

Cuando veo esta forma de saludo desde la distancia me da la sensación como si se fuera a acabar el mundo. La gente se abraza, se alegra por verse y yo me pregunto: ¿va a ocurrir algo grave para que ya no vuelvan a verse? En realidad es un saludo que me gusta, aunque me tengo que acostumbrar porque nunca me acuerdo y, de repente, empiezan a abrazarme y no tengo capacidad de reacción.

Esta semana he podido comprobar lo que es la periferia de Ciudad de México. Me fui a Puebla (ciudad que está a unas dos horas del DF) con el autobús. Creo que tardamos más en salir de la ciudad que en llegar al destino. ¡El DF no se acaba nunca! Casas y más casas, muchas de ellas en colinas que parecen inaccesibles, y muchos, muchos coches y camiones. Por lo general son casas bajas, con un buen número de calles mal asfaltadas y avenidas llenas de vida. Estuve a punto de preguntar a la persona que estaba sentada a mi lado si entre Ciudad de México y Puebla no había terreno sin edificar. Al final no lo necesité porque, de repente, empecé a ver árboles y tierra virgen.

Por cierto, el taxista que me tocó en Puebla fue el primero que me ha dicho que no iba a hablar porque no se encontraba bien, antes incluso de que yo le comentara cualquier cosa. Me quedé con las ganas de preguntarle por cuestiones geográficas (habitantes, lugares de interés) o por su equipo de fútbol. Lo poco que he visto de esa ciudad me ha gustado: casas bajas, un centro histórico bonito y, sobre todo, mucho menos tráfico y estrés que el DF.

Esta semana me mudo a una nueva casa. Tras ver algunas habitaciones al final me he decidido por uno que me gusta por su situación. Eso sí, ya me advirtieron que sólo estaba libre hasta marzo. Así que en tres meses tendré que volver a moverme. Mientras tanto, los mexicanos están pendientes de que llegue el día 12 de diciembre, día de Guadalupe, y por las navidades. Me han comentado que desde ese día 12 hasta después de Reyes la actividad en empresas e instituciones públicas es mucho menor y que tenga mucha paciencia (¿más todavía?). Seguiremos informando.








La Ciudad de México es muy gringa

Hasta que llegué a México nunca había tenido problemas con mi nombre. Aquí nadie lo escribe bien puesto que me lo americanizan y lo apuntan con Y al final (Tony).

La verdad es que una de las cosas que más me ha sorprendido de este país es la gran influencia gringa (estadounidense) que existe. Se puede entender fácilmente, pero es tal esa influencia que alucino en muchas cosas. Por ejemplo, el tipo de camiones que veo circular por la ciudad son como los que he visto en películas estadounidenses; también hay una gran afición a deportes como el fútbol americano o el béisbol y hay numerosos establecimientos de influencia gringa. ¡Ah! Se me olvidaba. Para despedirse, los mexicanos siempre dicen bye.

Creo, sinceramente, que uno de los males de México es que mira hacia el norte. Si mirara hacia el sur le irían mucho mejor las cosas porque se trata de un país con grandes recursos naturales y con un nivel de crecimiento muy grande.

Mientras tanto, el día a día transcurre entre búsqueda y sorpresas. Ayer, por ejemplo, fui a ver una habitación (me gustó y posiblemente me la quede) y, al volver, pasé por un bar donde estaban dando el partido del Levante-Barça (soy culé confeso). No me fijé en el tipo de bar sino en comer y ver el fútbol al mismo tiempo. Al cabo de un minuto me di cuenta de que era un bar de tapas español. Me pedí una tortilla. Mientras estaba comiendo llegaron dos parejas de españoles. Al poco rato ya estábamos hablando, primero de fútbol (un chico era de la Real Sociedad y otro señor era del Real Madrid) y después del día a día en Ciudad de México. Fue un momento maravilloso porque, sin conocerme de nada, intentaron interesarse por mi situación y por si podían ayudarme. Con esto se confirma lo que ya escribí en otro post: la gente sí que es solidaria.

Lo bueno fue que cuando salí del bar habían más españoles y empezamos a hablar. Un chico es cocinero y cuando le dije que era de Ondara empezó a reírse. Me contestó que había jugado allí a baloncesto con el equipo de su pueblo, Sax. ¡El mundo es un pañuelo! Fue una tarde de domingo interesante.

Podría decir que mi relación con los taxistas es buena. Perfectamente podría hacer un reportaje sobre sus vidas, sobre las historias que me cuentan. Pero, sobre todo, por la intención de algunos de querer engañarte. Es curioso que casi ninguno tenga cambio. ¿Por qué será? Gracias a no tenerlo a veces consiguen loque me pasó el otro día. El taxista no tenía suficiente dinero para devolverme y, como tenía prisa, le dije que por 15 pesos no pasaba nada.

El taxi también es un mundo muy particular. Hay taxis de todo tipo: desde el más sencillo y macarra hasta el más moderno. Ayer, por ejemplo, subí a uno que hacía un ruido espantoso, hasta el punto que pensé que estaba trucado. El cambio de marchas era de un coche de rallies y la estética muy ochentera. El día anterior subí a un coche que todavía olía a nuevo.

Las historias de los taxistas son fantásticas. Alguno te cuenta que es de origen español pero que nunca han ido a España. Otros te preguntan cuánto tiempo llevo aquí, y los demás te hablan de que son electricistas, carpinteros o fontaneros, pero que en su tiempo libre también son taxistas. Eso sí, cuando tienen decidido irse a casa da igual que les hagas una señal para que se paren y te puedan llevar. No paran, pasan de tí.

Y así estoy funcionando en esta ciudad. Quiero aprovechar la última semana que tendré libre antes de empezar a trabajar para intentar conocerla un poco mejor. El jueves pasado pude estar en el Centro Cultural de España. Se encuentra justo detrás de la Catedral y este año cumple 10 años. Para ello organizaron una fiesta en la que yo fui de rebote. La sensación que tenía era la de que era un mundo irreal, postizo, falso. Era un ambiente de snobismo difícil de asumir. Pero lo que más me entristeció fue la cantidad de dinero que se han gastado en el edificio y también en el cocktail. Lo primero que pensé fue en lo siguiente: hay crisis para lo que quieren.

Por último. Para variar, hablaré un poco de mis entrenamientos. Ayer, por primera vez, pude correr sin coches por los lados. Cerca de donde estoy viviendo cortaron las calles para que pasara una ruta ciclista. Aproveché para correr por allí. Ayer sí que me sentí realmente libre. Pude hacer 15 km por avenidas importantes sin tener que estar pendiente de los cruces y de los coches. Una gozada. Por cierto, esta semana tuve la suerte de poder apuntarme para la Maratón de Berlín de septiembre de 2013. Tengo que ir sí o sí. Seguiremos informando.



Un día divertido en Ciudad de México

Ayer fue un día divertido. En primer lugar porque me confirmaron que el 3 de diciembre empiezo a trabajar en una agencia de comunicación. En concreto mi función será la de aportar contenido a la marca Gatorade. Estoy contento porque empiezo a ver algo de luz.

También fue divertido porque pude comprobar, una vez más, que el metro de Ciudad de México es un mundo aparte. Me quise fijar en los numerosos vendedores que pasan de un vagón a otro. Sea lo que sea, todo vale 10 pesos (0,6 euros). Lo que me fascina es la forma que tienen para intentar vender, su tono, la rapidez con que lo dicen. Y, lo más curioso, todos acaban de la misma forma: "10 pesos le vale, 10 pesos le cuesta".

A medida que pasaban las horas, más me seguía sorprendiendo. Sin darme cuenta se hicieron las 4 de la tarde y todavía no había comido. Decidí probar suerte en un sitio que me había recomendado del centro histórico. Es la churrería más famosa del DF pero también hacen tortas (bocadillos). Pedí una de pata de cerdo sin mole y estaba muy buena. Lo interesante fue lo que ocurrió mientras me la estaba comiendo en plena calle.

Sin darme cuenta me puse al lado de un vendedor de CD's. Al principio no le presté mucha atención puesto que sólo me concentré en la torta y en la música de mi MP3. Pero, de fondo, empecé a escuchar lo que decía. Me quité los auriculares y me encontré con un espectáculo sin igual. El chico (tendría unos 30 años) hablaba sin parar, explicando qué vendía. Creo que nunca había visto a nadie hablar tan rápido y con tanta fluidez. Me quedé fascinado.

El centro histórico de Ciudad de México es muy interesante. Ya no hablo de los edificios, de la Plaza del Zócalo o del Museo de Bellas Artes. Me refiero a la cantidad y variedad de gente que circula por las calles y a los numerosos establecimientos existentes. Hay una calle que sólo tiene tiendas de deportes; en otra sólo se venden aparatos y accesorios de música; más allá hay otra calle sólo de lámparas y luces...es decir, si allí no encuentras lo que buscas es que es algo que no existe.

Y hablando de las calles, lo bueno que tiene el DF es que muchas veces conoces una colonia por los nombres de las mismas. Me explico. Cada colonia está dedicada a algo. Por ejemplo, en Polanco los nombres de las calles están dedicadas a escritores y filósofos. En una colonia que se llama Cuauhtémoc las calles son nombres de ríos famosos o, en La Condesa, aparecen nombres de ciudades mexicanas...

Hoy hace un día gris. Desde que estamos en noviembre, a primera hora de la mañana y por la noche se nota bastante fresco aunque, para mí, es un frío soportable puesto que estoy acostumbrado a Valencia y allí tenemos un frío húmedo. Aquí es seco. Para correr prefiero estos días porque hace menos calor. De momento mis entrenamientos siguen a su ritmo. A partir de ahora iré con más ganas a correr puesto que hoy me he podido apuntar para la Maratón de Berlín de septiembre de 2013. No podía dejar pasar esta oportunidad puesto que esta prueba es una de las más importantes del mundo. Intentaré preparármela lo mejor posible para tener buenas sensaciones y disfrutar de una ciudad maravillosa.

Mientras tanto, trataré de aprovechar la ciudad y sus alrededores antes del 3 de diciembre. Todavía no he podido ir a Teotihuacán y al Museo de Antropología. Prometo hacerlo antes de ese día. También seguiré sorprendiéndome por el día a día de una ciudad increíble en todos los sentidos. Me quedo con esta frase que me dijeron hace poco: "Ciudad de México es un buen sitio para practicar la paciencia". Seguiremos informando.

En resumen: la Ciudad de México es surrealista

En otro post afirmé que una de las características de los mexicanos es la informalidad. Hoy también me gustaría destacar las situaciones surrealistas que me he ido encontrando a lo largo de los días. Cuando hablo de surrealismo no lo digo en sentido negativo (que también puede serlo). Más bien se trataría de momentos que son difíciles de creer y que sólo pueden ocurrir en un país como México.

Por ejemplo, para mí es surrealista que un día un contacto me diga que dan por hecho que te van a contratar para el fomento de la lectura sin que nadie, absolutamente nadie, te haya llamado ni sepas de qué va la historia. En realidad me sorprendió gratamente, pero no deja de ser surrealista.

También me sorprende que los conductores de los peseros y autobuses continuamente estén hablando por el móvil (aquí es celular), no ya por la infracción (que también) sino por la habilidad que tienen de estar hablando mientras conducen en una ciudad anárquica desde el punto de vista del tráfico.

Y me sigue sorprendiendo que, a pesar de la anarquía reinante, Ciudad de México funciona. Podrán haber atascos, tráfico, gente, pero cada uno va a lo suyo y hay un cierto respeto. Si no fuera así, esta ciudad sería otra.

Y hablando de situaciones surrealistas. El otro día me topé con un señor que se encarga de limpiar zapatos. Me estaba observando desde hace un rato, pero yo no me di cuenta. Se acercó y me preguntó si estaba buscando algo. Le dije que no encontraba el número 6 del Paseo de la Reforma, una de las avenidas más importantes de Ciudad de México. Me hizo una sonrisa y, en vez de ayudarme, me dijo: "sus botas están un poco desgastadas, ¿quiere que se las limpie?" Antes de decirle que no (y eso que tardé 3 segundos en responder) ya me estaba limpiando la punta de una de las botas. Le insistí y al final paró. Se levantó y con una sonrisa de oreja a oreja me preguntó si era español y que si me limpiaba los zapatos sólo me cobraría 60 pesos. Al final nada, pero me resultó gracioso que al final no me pudo ayudar a encontrar el número 6 del Paseo de la Reforma.

Porque también me parece surrealista que casi nunca me puedan ayudar a encontrar una calle o que un taxista me pregunte cómo ir al lugar donde quiero ir. Entiendo que es una ciudad muy grande, pero siempre intento preguntar a personas que están en establecimientos Lo mejor de todo es que siempre contestan algo, aunque sea mentira. Me fascina. Y en el caso de los taxistas, pues no sé qué decir. En alguna ocasión he tenido que guiarles y ya os podréis imaginar la conversación si todavía no hace 3 meses que estoy en Ciudad de México.

¿Y qué puedo comentar con respecto a la numeración de las calles? Si el otro día me costó encontrar el edificio fue porque muchos de ellos no tienen numeración. En otras ocasiones caminas por la calle y, de repente, acaba la numeración y empieza otra que nada tiene que ver. Por eso, ha habido veces que he andado de arriba a abajo sin encontrar lo que buscaba.

Por otro lado, a pesar de que los peseros siempre vayan llenos, me permiten ver zonas de la ciudad que hasta ahora no conocía. Por ejemplo, ayer pasé por una parte del Bosque de Chapultepec (es muy grande) que todavía no había visto. Me dio mucha envidia sana ver a tantos y tantas corredoras por allí a las 7'30 de la mañana. Tengo que ir a correr allí algún día, pero ahora vivo lejos. Mientras tanto, me conformaré con hacerlo por las calles de la Colonia San José Insurgentes, en la zona sur.

Por cierto, el otro día conocí a un grupo de españoles que viven en el DF y alrededores. Cada uno tiene su historia particular. Es interesante conocer estas cosas y relacionarlo con tu situación. También te sirve para darte cuenta de que no estás tan sólo. Al final, buscamos un objetivo en común: poder vivir con dignidad. Seguiremos informando.

Mi primer temblor

Cuando decidí emigrar a México lo hice sin pensarlo dos veces. Tampoco me preocupé por leer sobre el país. Simplemente tomé la decisión de un día para otro.

Sí que recuerdo las imágenes del terremoto que hubo en Ciudad de México en 1985. Tenía 9 años. Mientras trato de verlas de nuevo en mi mente, analizo el temblor que hubo esta semana en el DF. Serían las 6 de la mañana. Estaba en pleno sueño cuando, de repente, noté que mi cama se movía. No le di importancia porque pensaba que formaba parte de lo que estaba soñando. Sin embargo, el temblor duraba y duraba y abrí los ojos. Efectivamente, mi cama se movía.

Fue una sensación de angustia porque era la primera vez que me encontraba en esa situación. En vez de pensar sobre qué podía hacer si el temblor continuaba, me quedé sentado en la cama con la mente en blanco. Fue un minuto muy largo.

Tras comentar con la gente que conozco si ellos habían notado el temblor, me dijeron que este año 2012 está siendo muy pesado en cuanto a movimientos sísmicos. Para los habitantes del DF es un tema de suma importancia porque el terremeto de 1985 ha marcado sus vidas para siempre.

Mientras tanto, en México ya ha llegado la Navidad. Al menos eso es lo que veo en las calles, muchas de ellas con las luces puestas. Me di cuenta de ellas mientras iba en taxi, conducido por un señor que lo hacía con un sólo brazo. El otro lo tenía escayolado. Antes de subir le pregunté si podía conducir así. Él me contestó: "Compruébelo usted mismo". Pues bien, pasó la nota porque, a pesar de conducir de manera temeraria (todos los taxistas lo hacen), me llevó al sitio sin ningún problema.

Hablando de la Navidad, no tendré la posibilidad de visitar a mi familia porque hace poco que llegué y no me puedo permitir el lujo de comprarme un billete ahora. Será una experiencia más porque es la primera vez en mi vida que pasaré estas fiestas lejos de los míos.

Por cierto, estoy escribiendo este post desde un restaurante. Otra de las cosas que me han sorprendido de México es que cada persona, cada persona que pasa por delante de mí me dice "buen provecho". Creo que la palabra "gracias" no la había utilizado tanto como ahora en este país.

Hace un tiempo os dije que aquí siempre hay gente comiendo. Es imposible saber si los mexicanos siguen una pauta a la hora de comer. Yo no he encontrado a nadie que tenga una rutina y que siempre coma a las mismas horas. Al final tú también haces lo mismo y comes a destiempo, sin criterio.

Por lo demás, mi entrenamiento sigue sin prisa pero sin pausa. Estoy cumpliendo con el planning que me ha hecho mi amigo Sergio y hay días que puedo respirar mejor y otros que me cuesta más. Hoy, por ejemplo, sólo tenía que hacer 45 minutos de carrera continua y desde el primer momento no me he encontrado nada cómodo. Además, me salía sangre por la nariz debido a la contaminación (a pesar de que hoy ha hecho un día fantástico y limpio).

La verdad es que escribo y escribo y no me doy cuenta de que mis posts son demasiado largos. En estos momentos, además de buscar una oferta buena también estoy buscando una habitación en alguna zona céntrica. He visto de todo: habitaciones buenas pero caras, habitaciones baratas pero malas y personas de todo tipo.

Y ya, por último, sólo quiero destacar que los mexicanos se siguen sorprendiendo por el impacto de la crisis en España. A pesar de ello, me siguen preguntando qué hago aquí. Sinceramente, ni yo lo sé. Tal vez formo parte de ese surrealismo que se respira en un país como México. Seguiremos informando.

Sin darme cuenta me estoy acostumbrando a las cosas

A medida que van pasando los días me estoy dando cuenta de que me estoy adaptando al ritmo de vida de Ciudad de México sin enterarme. Algunas cosas ya las hago de manera automática, como si llevara bastante tiempo aquí. Por ejemplo, cuando cojo el metrobús en Insurgentes (la avenida más larga de la ciudad) me conozco casi todas las paradas de memoria y no necesito estar tan pendiente de mira para saber dónde tengo que bajar.

Por suerte, me siguen sorprendiendo muchas acciones, muchas historias personales, muchos momentos que guardaré para siempre. La primera idea que se me aparece es la de una chica que se sentó ayer a mi lado en el metro. Pasó de hacer cara de sueño a acabar pintada y parecerse otra. Lo curioso es que entró y bajó en las mismas paradas que yo. Estuve a punto de decirle que era muy fan de ella porque en poco tiempo fue capaz de arreglarse, pintarse y acabar siendo una persona totalmente diferente. Y lo hizo con gente a los lados, con frenazos del metro y sin mucho tiempo para respirar.

Otro de los momentos importantes es cuando corro. Me explico. Últimamente estoy haciendo el mismo recorrido y siempre veo a las mismas personas. Ahora me acuerdo de un chico que está sentado mirando cómo pasan los coches e intentando que alguno de ellos entre a su establecimiento para limpiarlo. También me fijo en los señores que tienen puestos de comida y que me miran con cara extraña, o los dos hombres de edad avanzada que recogen la basura y me saludan. Creo que ya formo parte de su día a día. Me encanta. 

Por cierto, me siguen preguntando por qué escogí México. Al final no sé qué decirles y siempre contesto lo mismo: "me hablaron muy bien del país y decidí venir". En el trabajo que estoy ahora, una web llamada Sopitas.com, el tiempo transcurre de manera lenta. Son muchas horas. Es un ambiente un poco frío porque cada uno va a lo suyo y, además, soy el nuevo y nadie se atreve a hablar conmigo. Además, como sorpresa, el jefe lleva todos los días a su perro y a mí me incomoda, porque mi relación con ellos no es que sea muy buena (desde que mordió un perro les tengo pánico). El canino se pasea de un lado a otro y yo siempre tengo la alerta puesta por si acaso.

Una de las cosas que más me fascina de México es el tema del pesero (un autobús, por lo general, viej y que hace mucho ruido). Sobre todo en el momento de subirme a él o de bajarme. A pesar de que hay unas paradas específicas, tú puedes pedir que se pare estés donde estés. Y para bajar, tienes que darte prisa porque, si tardas un segundo más, no te da tiempo a hacerlo.

El transporte público del DF es muy barato como ya dije y sirve para que te diviertas, por lo menos en mi caso. Me divierte intentar mantener el equilibrio con los frenazos, observar a la gente lo que hace, los chicos y chicas que venden cosas, las caras de sueño y de seriedad, los bostezos...Y, lo más sorprendente. A pesar de la cantidad de gente que lo utiliza, todavía no he tenido la sensación de que alguien huela mal.

Y ya que me he puesto a escribir, os hablaré de lo que es un menú en México, al menos en dos bares que he estado últimamente para comer. Se compone de 3 platos: una sopa, un segundo plato que puede ser pasta o arroz, y un tercer plato que suele ser carne. Con el agua y el postre incluidos te cuesta unos 50 pesos, es decir, unos 3 euros. Más barato imposible. Hasta ahora siempre he intentado evitar algún tipo de comida mexicana porque siempre me contestan que todo pica. Pero, poco a poco, voy introduciendo algo de picante en mi dieta para ir acostumbrándome.

Por ejemplo, el sábado fui capaz de comerme dos quesadillas y dos tacos. Fue en un mercado ambulante que está cerca de donde vivo ahora. Si bien es cierto que uno de ellos picaba un poco, pude comerlo sin problemas. Lo que más me gustó fue ver cómo lo hacían, con qué rapidez. Eso sí, la tradición, según mi amigo Eduardo, es que primero pidas un agua de horchata y después ya vayas a que te hagan los tacos y las quesadillas. Y así hicimos. Seguiremos informando.











Cada desahucio es un triunfo del sistema capitalista

Quería hablar de mi primera experiencia con un terremoto pero, tras leer la prensa española, sólo tengo ganas de escribir sobre la situación dramática que están viviendo muchas familias y los casos vergonzosos de desahucios.

Lo más indignante que he leído esta mañana es que sólo en "los casos de extrema necesidad" los bancos están dispuestos a no ejecutar el desahucio. ¿Quién va a valorarlo? ¿Los bancos? ¿Qué es extrema necesidad para ellos? ¿No es extrema necesidad cualquier desahucio? 

Otra frase para enmarcar es la del Ministro de Economía, el señor Luis De Guindos. Hoy afirmó en Bruselas que "las personas de buena fe no van a ser desahuciadas". ¿Quiénes son esas personas de buena fe? ¿Usted va a decidir quién es o no persona de buena fe? ¿Quiere decir con ello que las que han sido desahuciadas son personas de mala fe? ¿Por qué no dimiten aquellos representantes políticos que dicen tonterías y barbaridades?

Tampoco me puedo olvidar de partidos políticos como el PP y el PSOE que no han querido solucionar el problema y que sólo han empezado a actuar cuando la sociedad, la calle ha hablado y se ha manifestado. Sinceramente, ese tipo de políticos no sirven, no nos interesan, no nos representan.

¿Qué queremos de un político? En mi caso quiero un político que se avance a los hechos, no que actú a posteriori. Quiero políticos que gobiernen pensando en los ciudadanos y no en sus intereses personales, que piensen en las necesidades de la sociedad y no en buscar un objetivo económico concreto. Quiero políticos que no estén a merced de las grandes fortunas y del sistema económico y financiero. ¿Tan difícil es entenderlo?

Entiendo que la ignorancia se combate viajando y la incompetencia experimentando. En el caso de muchos políticos esa incompetencia tiene una fácil solución: antes de ser político tienes que haber experimentado qué es el día a día. Muchos de ellos sólo se han dedicado a la política y no saben hacer otra cosa.

Muchas veces me han llamado iluso porque defiendo ideas que, según algunos, son inviables. Por ejemplo, me reafirmo en que los ciudadanos sí que somos capaces de cambiar las cosas. Falta que nos lo creamos. También considero que no hay que tener miedo para decir lo que uno piensa porque, si no lo hacemos, estamos contribuyendo al miedo, al temor, a renunciar a tí como persona. Y, por supuesto, creo que la política tiene que ser entendida como un servicio al pueblo y que las grandes decisiones tienen que ser consultadas.

Por cierto, ¿en qué sociedad vivimos? La respuesta mi sencilla. Aquella que tiene un sistema que castiga a los que no pagan una hipoteca por no tener un trabajo, pero es favorable al político que ha despilfarrado, que ha gastado el dinero público en cosas que no han servido para nada, o es favorable a un sistema bancario cruel y terrorista.





Sorpresas te da la vida

Hasta ahora he hablado de las cosas habituales que me encuentro por las calles de Ciudad de México. Esta semana también he podido experimentar algunas peculiaridades en relación a la forma de trabajar de los mexicanos.

He empezado a colaborar en una web que se llama sopitas.com. En ella se escribe sobre política, música, deportes, espectáculos...Sabía que los sueldos en México son más bajos, pero no podía hacerme una idea de la cantidad de horas que se hacen para ganar menos que lo mínimo.

Lo curioso es que la gente lo ve como algo normal. El primer día pude comprobar que soy un bicho raro o, mejor dicho, una persona demasiado seria para ellos. Me explico. A partir de las 5 de la tarde empezaron a venir compañeros y compañeras a saludarme de manera efusiva, dando la mano en plan colega o besándome, porque se marchaban. No lo entendía. Hasta ese momento nadie me los había presentado y no sabía ni en qué sección estaban. Lo bueno es que esas mismas personas empezaron a hacer lo mismo con todos y luego se largaron. Cuando pregunté si eso era lo habitual me dijeron que sí.

Llevo tres días en la redacción y todavía no he hecho lo mismo porque no me nace hacerlo. No acabo de entender que tenga que ir de un lado a otro del departamento para saludar a alguien que ni siquiera sé cómo se llama. Prefiero hacer lo de siempre, decir adiós y hasta mañana.

Por otro lado, para los mexicanos, el jueves y el viernes es especial en el trabajo. En el caso que nos ocupa, en esta empresa se compran cervezas (chelas en mexicano) y el ambiente es más agradable. Bueno, no me puedo quejar porque aquí se desdramatiza todo. Y tengo mucha suerte de poder hablar de música con algunos compañeros que se dedican a escribir sobre ello. Yo, de momento, redacto sobre política y deportes.

Por lo que respecta al día a día, quiero destacar dos cosas. Para los chilangos (mexicanos del DF) tener frío es estar a unos 13 grados. Esta semana han bajado las temperaturas, y se nota más fresco a primera hora de la mañana y cuando se hace de noche. Yo no he pasado frío, simplemente he notado que el aire es un poco más fresco, pero nada más. Sin embargo, a pesar de que refresque, la contaminación sigue ahí. Lo sé porque los mocos los sigo teniendo con sangre.

También quisiera destacar la sorpresa que me llevé el otro día en el metro cuando vi a una chica ondulándose las pestañas con una cuchara. Lo primero que hice es observar al resto del vagón por si también estaban sorprendidos con lo que estaba viendo. Pero no. Fui el único que se quedó de piedra. Cuando llegué a casa, pregunté si lo de arreglarse las pestañas con una cuchara era normal. Me dijeron que sí.

Me gustaría poder grabar las conversaciones que tengo con los taxistas. En general son muy amables y parece que esperen que les preguntes algo para que empiecen a hablar sin parar. Sólo me he encontrado con un taxista que lo único que decía era sí o no. Hoy, por ejemplo, he coincidido con un señor que me ha contado su vida. Que si procede de Oaxaca, que si da gracias a Dios porque ha podido dar de comer a sus hijos, que si es hincha de las Chivas y que le gusta el juego del Barça...Lo que me ha dejado perplejo es cuando me ha dicho su edad: 81 años. Aparte de que no los aparentaba, lo primero que le he preguntado es: "¿Y todavía sigue trabajando?"

Hoy también he podido aprender que es mejor esperar a otro autobús que subirte al primero que esté. El trayecto era bastante largo y he estado más de 40 minutos apretado como una sardina. Lo bueno es que hacia la mitad del camino el autobús ha tenido un golpe con un taxista y han estado más de 15 minutos discutiendo mientras nosotros seguíamos apretados y agobiados. Y no. No tenían prisa por solucionar la disputa. De todas maneras, conociendo la cantidad de gente que vive en DF, si me hubiera esperado a otro autobús tampoco me asegura que hubiese ido más relajado.

Esta semana he cumplido dos meses en Ciudad de México. Ha pasado muy rápido y tengo la sensación de que no lo he aprovechado. La verdad es que no vine para hacer turismo, pero creo que no me he esforzado lo suficiente como para aprovechar los fines de semana. De momento intentaré encontrar un trabajo mejor porque si dependiera de lo que voy a ganar ahora, no me da ni para pipas. Espero tener suerte y poder decir que he perdido el vuelo de vuelta porque he encontrado un trabajo interesante. Seguiremos informando.









Claves para entender las elecciones americanas del 2012

Siempre me han parecido unas elecciones muy interesantes, sobre todo por la espectacularidad que las rodea. Ayer tuve ocasión de acercarme un poco más a ellas gracias a Antoni Gutiérrez-Rubí (@antonigr), consultor en comunicación política.

En una tertulia organizada por Beers and Tweets en Ciudad de México Gutiérrez-Rubí nos explicó una serie de puntos a tener en cuenta en las elecciones de los Estados Unidos de este martes 6 de noviembre de 2012. Uno de ellos era el coste que han tenido, unos 6.000 millones de dólares. Una cantidad escalofriante en tiempos convulsos.

Gutiérrez-Rubí afirmó que se tratan de unas elecciones muy igualadas y que Barack Obama puede ganar pero sin tener el apoyo de los votos populares ni de las dos cámaras, el Congreso y el Senado. En resumen, en palabras del consultor, "Obama puede ganar en un país republicano".

Otro de los aspectos interesantes que comentó Gutiérrez-Rubí tiene que ver con los detalles, con lo que puede hacer que la balanza caiga de un lado o de otro. En concreto habló de que se ha tratado de una campaña cultural para diferenciar claramente qué representa cada candidato.

También explicó la importancia que tiene un estado como Ohio, clave para la victoria final. Un estado, según Gutiérrez-Rubí, caracterizado por la industria automovilística y el carbón, esto es, una economía del Siglo XX en pleno Siglo XXI. Como ejemplo de la importancia que tiene Ohio en estas elecciones, el autor del blog Micropolítica afirmó que Mitt Romney ha llegado a pisar este estado en 44 ocasiones.

Otro dato a tener en cuenta tiene que ver con el uso de la tecnología en las elecciones americanas. Las redes sociales o el estudio pormenorizado del posible votante han sido fundamentales para el éxito final. Según Gutiérrez-Rubí, durante los tres debates entre los dos candidatos, el 60-70% de los espectadores tenían algo en la mano para ir enviando sus mensajes a las redes sociales.

El éxito o fracaso del actual presidente depende de si puede mantener el voto urbano, el voto de la mujer y el voto hispano. Para tener una visión de la importancia de estas elecciones y de los equipos que hay detrás de cada candidato, del estudio y del control, Gutiérrez-Rubí habló, como ejemplo, de lo que hizo Obama para intentar retener el voto hispano. Se recorrió más de 2.000 Km para llegar en el momento oportuno a Dallas para aparecer en el concierto del grupo Maná y reconocer ante ellos y ante el público que todavía le queda mucho por hacer con respecto a la inmigación y que se compromete a acabar el plan.

En este post escribo lo que me pareció más sorprendente e interesante de la tertulia que tuvimos con Gutiérrez-Rubí. Hablamos de la importancia que puedan tener los indecisos o de los microtargetings, de la necesidad de conocer cada detalle en cada rincón de cada estado.

Por todo lo demás, el martes 6 de noviembre el ganador tendrá 4 años difíciles y claves para el futuro de Estados Unidos.






Mejor una mentira que decir que no

Mientras leo que el paro vuelve a subir en España y que cada vez hay más personas que no cobran ningún tipo de prestación, pienso en cómo me las puedo arreglar para empezar a trabajar en México.

El hecho es que la semana pasada, el canal de televisión que me hizo una oferta decidió, tras mes y medio detrás de ellos, no proporcionarme la documentación que necesito de la empresa para tramitar mi permiso. Alegaron que quieren que trabaje como freelance, como autónomo y que si me dan los documentos se verían obligados a contratarme como parte de la plantilla y no quieren.

Mi pregunta es la siguiente: ¿no sabían que eso ocurriría? Si lo sabían, ¿por qué me han tenido mes y medio dándome largas? Quiero pensar que esta situación tiene que ver con el carácter mexicano, que prefieren decirte cualquier cosa antes que decirte NO.

Tras la noticia traté de reaccionar con rapidez. Contacté con un abogado para ver las posibles opciones y me indicó que podía presentar los papeles como profesional independiente, es decir, como un periodista que ha llegado a México para trabajar. Y en esas estoy. He presentado la documentación correspondiente y ahora tengo que estar a la espera de si aceptan o no mi acreditación y mis documentos.

De manera paralela sigo buscando contactos y entrevistándome con empresas. El otro día fue muy curioso. Me dijeron que iban a hacerme un test psicotécnico, pero que me tranquilizara porque no iba a ser decisivo a la hora de contratar a una persona o a otra. La verdad es que era la primera vez que me enfrentaba a una prueba de esas características y no sabía qué me iba a encontrar. Finalmente se trataba de hacer una serie de dibujos y escribir historias relacionadas con ellos. Tras tres días, todavía me sigo preguntando para qué servirá esta prueba. 

A medida que voy conociendo gente tengo la sensación de que muchos mexicanos no acaban de entender por qué estoy aquí. Siempre me hacen las mismas preguntas. ¿Por qué México? ¿Por qué has salido de tu país?  Me comentan que ellos no lo harían a no ser que la situación fuera insostenible. Entonces es cuando yo les digo que sí, que porque mi situación era insostenible estoy aquí.

El fin de semana que hemos pasado me ha servido para desconectar un poco del tema trabajo. En México se celebra el día de muertos a lo grande. Desde el 31 de octubre con la noche de Halloween hasta el día 2 en que se recuerda a los muertos. Lo que me gusta de esta fiesta es que los mexicanos desdramatizan la figura de la muerte y eso me gusta. No es como en España, que tratan la muerte desde un punto de vista trágico y carca. Aquí se celebra de una manera festiva. La gente va a los cementerios con su comida y su música para compartirla con sus seres queridos que han fallecido.

Por cierto, el mes de noviembre en México ha empezado con lluvia y con una bajada de las temperaturas. No se trata de un frío extremo ni mucho menos, pero sí se ha notado el cambio. Hoy, por ejemplo, el día está muy gris. Mi idea es seguir buscando trabajo y fijarme en todas aquellas cosas que me siguen sorprendiendo. Por ejemplo, leí que la Ciudad de México está sobre un lago y que muchos de los boquetes que hay en las calles y aceras es debido a la corriente de aguas que hay por debajo.

De momento sigo teniendo la capacidad de evitar los hoyos y de no doblarme los tobillos, aunque llevo casi dos meses aquí y el tema de la respiración todavía me afecta. Ayer hice un test de 10 km y no pude seguir un ritmo de 4'35-4'40 por km y tuve que bajar. Es una sensación de ahogo, de que te falta aire, a pesar de que salí a primera hora de la mañana para evitar una mayor contaminación. Pero la altura me mata.

Mi aventura sigue. Debo buscar pronto una habitación y tratar de seguir haciendo contactos. Por lo demás, intento entender por qué existe en el sistema de trabajo mexicano la manía de que primero tienes que hacer una prueba y que, en muchos casos, es sin cobrar. O por qué hay que dejar propina sí o sí en los establecimientos. Supongo que al final tendré una respuesta. Seguiremos informando.