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Caminar a las 7 de la mañana da mucho juego en el DF

Me siento a escribir y lo primero que me viene a la mente es la imagen de un señor vestido para hacer deporte y apoyado de pie en la puerta de una iglesia. La puerta está cerrada y el protagonista está con los brazos abiertos y rezando. Son las 7 de la mañana y paso caminando para irme al trabajo. Esa imagen me acompañó durante todo el día.

Y es que mi día a día se compone de imágenes. Imágenes que pasan desapercibidas y no las recuerdo, e imágenes que me quedarán grabadas para siempre. Como la del mercadillo que se instala los viernes en un parque cercano a mi casa. Es muy temprano, camino con mucho sueño, pero cuando llego a ellos y veo la vitalidad y las ganas con las que montan su puesto, me despejo y trato de llegar al trabajo totalmente despierto. O la imagen de una señora mayor, de más de 60 años, que corre al menos dos o tres días por semana por el mismo parque. Va lenta, a su ritmo, concentrada, pero feliz. Así es como concibo el deporte.

Es cierto, soy un privilegiado. Lo soy porque puedo ir al trabajo caminando. En una ciudad de más de 20 millones de habitantes es un lujo no tener que utilizar ningún medio de transporte para ir a trabajar. Además, mientras caminas te encuentras con historias muy curiosas, como la de pasar a la misma hora y encontrarte a dos chicos jóvenes en el mismo portal esperando que vengan a por ellos para ir a trabajar, o que puedas pasar por una avenida importante porque está cortada antes de las 7 de la mañana. Todos los días paso por delante del agente policial pero nunca le pregunto por qué esa avenida está cortada. Mañana lo haré y saldré de dudas.

También es un privilegio poder conocer a un valenciano como yo que encima trabaja a 3 minutos de donde estoy. Y para mí, poder hablar en valenciano en algún momento determinado (es mi lengua materna) es increíble, es algo que necesito. Es la forma de poder "cagarme" en lo que quiera, de hablar como lo he hecho siempre en mi pueblo, de expresarme con palabras y frases que siempre he utilizado.

Sin embargo, el mayor privilegio es poder llegar a casa y que te esperen con una sonrisa, que te demuestren lo que sienten por ti, que te abracen y que te digan "te amo". Es un momento que no lo cambio por nada, es un momento de respiración profunda, de estar tranquilo, en paz, de dejarte llevar y de dar gracias por haberla conocido. Sí, es ella, es mi pareja.

Seguiremos informando, entre otras cosas, que participaré en el Maratón de Ciudad de México a finales de agosto. Eso de correr 42 kms a más de 2.000 metros de distancia es un auténtico reto para mí. Mientras tanto, continuaré corriendo entre los coches del DF.

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