Una simple mirada, un simple gesto es suficiente para darte cuenta de muchas cosas. Uno, en este caso yo, puede ir caminando medio dormido hacia el trabajo, medio fastidiado por cualquier tontería y, de repente, encontrarte a una niña de unos 12-13 años en una esquina, ayudando a sus padres a vender comida, y sonreír cuando pasa a su lado, mirarlo con cara de alegría. A partir de ese momento, el día ya es diferente.
Y es que México te ayuda a valorar más las cosas buenas y a relativizar las que tú consideras que son malas o que no son buenas. El trayecto que hago de casa al trabajo (lo hago caminando y eso es un lujo en una ciudad como el DF) o del trabajo a casa, podría resumir lo que puede ser este país. Mientras pasas delante de un edificio con un vigilante que está barriendo la acera y te cuenta que su jornada es de 14-15 horas al día, puedes ver cómo una mujer va caminando muy deprisa y arrastrando a su hijo porque llega tarde al colegio.
También puedo encontrarme con un grupo de trabajadores que están a punto de empezar su jornada en un edificio en obras y, al lado, que salga un coche lujoso de un estacionamiento. O que en un mismo parque exista una pareja joven de enamorados junto con un señor mayor leyendo el periódico, o una señora que camina a paso lento pero seguro en dirección a alguna parte, o que una niña esté con su mamá vendiendo figuras para el día de muertos.
Lo mismo ocurre en mi lugar de trabajo. Mis compañeros se ríen y les hacen gracia las expresiones que digo en plan "insultos". Palabras como "hostia", "la madre que lo parió", "me cago en..." son habituales en el lenguaje de un valenciano como yo. Cada vez que la digo, mis compañeros se ríen. De la misma manera ella sonríe cuando me sale un "hostia" después de una frase. Ella lo repite, me mira y me besa. Es la mejor forma de entender y de darte cuenta lo importante que puedes ser para alguien, que eres importante para Areli.
Ha sido un verano raro para mí. Acostumbrado al sol y a la playa de Ondara, Denia o Valencia, este ha sido el primer verano entero que no he estado allí y ha coincidido con que el verano del DF consiste en que llueva todos los días. Me ha afectado enormemente, no solo porque no estoy acostumbrado a tanta lluvia, sino porque no he podido entrenar como hubiese querido. Desde hace unas pocas semanas he vuelto a los entrenamientos y empiezo a encontrarme mejor, aunque la altura de la ciudad me afecta y no respiro bien. La idea es correr el Maratón de la Ciudad de México del próximo año, aunque antes habrán sucedido cosas muy importantes en mi vida; mejor dicho, sucederá algo fundamental en mi vida. Seguiremos informando.
Hola Toni. Soc Lali. M'agrada el teu blog. Estem amb contacte. Qué lluny estàs...
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