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Rajoy tiene un grave problema con la comunicación

El Gobierno de Mariano Rajoy tiene un serio problema de comunicación. No de ahora, sino desde el día siguiente de ganar las elecciones. O no se han enterado o no quieren saberlo. Tal vez no se den cuenta que una mala comunicación tiene consecuencias devastadoras para un gobierno, hasta el punto de que puede suponer la pérdida de credibilidad.

Es difícil de creer que en el entorno de Rajoy nadie, absolutamente nadie, le dijera que el sábado tenía que comparecer, dar la cara tras la decisión de pedir un rescate a la UE. Es un error que el presidente de un gobierno ni puede ni debe permitirse, sobre todo porque se trata del día más importante desde que está al frente de un país.

Lo más preocupante es reconocer la falta tras ver la reacción de la sociedad. Un dirigente no se puede permitir el lujo de actuar a posteriori, porque demuestra debilidad, falta de liderazgo y de ideas y ausencia de tacto. Desgraciadamente estamos acostumbrados a ver cómo un presidente se mueve por intereses personales y no de gestión de lo público y, por lo tanto, de actuar pensando en los ciudadanos y ciudadanas.

A pesar de que no es la primera vez que Rajoy se esconde, sí que es sorprendente que lo repita, sobre todo si hace pocos días recomendó a los periodistas que ante cualquier duda le preguntasen a él. Lo tienen complicado si sus comparecencias son escasas. Algunos atribuyen su ausencia a una estrategia meditada en la que lo importante es primero trabajar y luego explicar. A la sociedad, sin embargo, le es difícil entender esta teoría cuando lo que quiere son respuestas rápidas a determinados hechos.

La comunicación de un gobierno no es sólo qué decir y cómo decirlo. También son los gestos y las actitudes. ¿Qué conclusión podemos sacar de un presidente que ante la situación que está viviendo España decida irse a Polonia para ver a la selección española de fútbol? ¿Fue adecuado ese viaje? ¿Nadie le dijo que no fuera porque no tocaba? ¿Cree Rajoy que el trabajo ya estaba hecho y por eso se podía marchar?

Una de las cosas que no se puede permitir un gobierno es contradecirse y marear la perdiz. Rajoy consiguió reunir estas dos palabras en su comparecencia sobre el rescate. Se contradijo en dos aspectos fundamentales: desautorizó a su ministro de Economía, Luis de Guindos, al afirmar que el rescate no afectaría al déficit e intentó vender como positivo un rescate que Rajoy negó hasta el último día.

Pero el Presidente del Gobierno también mareó la perdiz con eufemismos, con expresiones del tipo "es una línea de crédito" o "un apoyo financiero" cuando, en realidad, es un rescate al cuál tiene que responder el gobierno español. El intento de evitar lo inevitable es otro síntoma de debilidad pero, sobre todo, de menospreciar a una sociedad que necesita conocer la verdad en un momento de crisis económica como el que estamos viviendo.




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