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Visto y no visto

Después de mi último post han pasado bastantes cosas en mi vida. La primera y más importante es que estuve un mes en mi tierra. Lo que recuerdo ahora fue cuando llegué a Barajas. Allí me sucedieron dos cosas muy curiosas. La primera fue lo corto que llevaban los pantalones las chicas (ahora se lleva tan corto que es preciso que se vea algo de la nalga); lo segundo fue que ahora hay billetes de 5 euros nuevos y que yo desconocía.

Mi estancia en mi pueblo en Ondara fue increíble. Fue una mezcla de alegría y de extrañeza. Lo que más me gustó fue notar la alegría de la gente al verme, fueran o no amigos. Por un momento me sentí el chico más importante del mundo. Sin embargo, al mismo tiempo, me sentía desubicado, raro...a pesar de que nada había cambiado, a pesar de que pareciera que nunca me hubiera marchado.

El mes en Valencia y en Ondara se resume en lo siguiente: playa, relax, comer, beber y entrenar. También tuve de tiempo de ir a Madrid a tramitar mi visa para volver a México y de ver a bastante gente. Fue corto pero intenso.

Y vosotros diréis, ¿finalmente conseguiste la visa? Siempre he dicho que en México me suceden cosas surrealistas. Y una de ellas fue que me hicieron una oferta de trabajo justo el día que me iba a Valencia. La empresa me dijo que me harían los papeles y que aprovecharían mi viaje para tramitar mi visa en un consulado de México en España. Y así fue. El tiempo que tardé en que me dieran la visa fue el tiempo que estuve en mi tierra.

El regreso al DF fue muy diferente al de la primera vez. Ya conoces la ciudad, ya te ubicas, ya conoces a gente. Nada que ver con el 6 de septiembre de 2012, una fecha que tengo guardada en mi memoria para siempre. Llevo una semana aquí y se resume en lo siguiente: empezar en el nuevo trabajo y comenzar a vivir en una nueva casa. Ahora estoy en la Colonia Roma, cerca de donde vivía anteriormente. Siempre ha sido la colonia que más me ha gustado, no solo por el ambiente, sino también por la arquitectura de las casas. Lo único malo es que es la zona donde más se sienten los temblores. Vivo en una planta baja.

De nuevo he vuelto a oler comida en la calle, a cruzar las calles en plan kamikaze y a correr en altura. Pero, sobre todo, he vuelto a mojarme cada tarde con la lluvia. Por cierto, finalmente no puedo correr el Maratón de Berlín por el trabajo, pero lo más seguro es que me apunte para correr el de Roma en marzo. Yo, de momento, sigo entrenando por las calles de una ciudad, México DF, con tantos contrastes que no solo son difíciles de explicar, sino también en algunos momentos te atrapan. Seguiremos informando.

2 comentarios:

  1. Jajaja, que curioso, yo tambien fui un mes a España y la ultima semana ya estaba deseando volver para seguir con mi vida de aqui. Parece que a todo se acostumbra una, y eso que no llevo ni un año.
    Que tengas mucha suerte en esta nueva etapa y no te olvides de ecribir, me siento tan identificada con lo que pones que debe ser algo asi como un proceso fisiologico esto de emigrar.Muas

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    1. Hola. Muchas gracias por leer mi blog. Al fin y al cabo estamos unidos por lo mismo: vivir lejos de casa. Un saludo y hasta pronto.

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