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El tráfico en Ciudad de México: un mundo aparte

Sin lugar a dudas la imagen de la semana me la encontré ayer cerca del Ángel de la Independencia, uno de los monumentos más importantes de la Ciudad de México. Estaba esperando en un paso de peatones para cruzar. El semáforo de los coches estaba en verde, pero no podían pasar porque unos policías estaban en el medio. Su intención era aligerar el tráfico en sentido perpendicular. Lo que me asombró fue que los coches que estaban parados empezaron a pitar y pitar sin parar e incluso alguno se saltó el cordón de los policías y pasó sin problemas. Y es que creo que junto con El Cairo, el DF es la ciudad donde más estoy escuchando el pito de los coches.

El Ángel de la Independencia


Hablando de vehículos, en México DF también hay gorrillas. La diferencia es que muchas veces no lo ves. Sólo distingues una botella o un recipiente de plástico en la mitad de una zona de aparcamiento. Cuando haces la intención de quitarlo es cuando aparece de la nada para preguntarte si vas a aparcar.

El tráfico y el caos se contraponen a la meteorología que ahora estamos viviendo. A pesar de ser febrero y de que me dijeron que era un mes de frío, la verdad es que la temperatura de ahora me recuerda a los mesos de mayo y junio de Valencia. Sin embargo, ahora es una temporada muy seca y lo noto mucho. Lo malo es que en abril hará mucho calor y habrá que esperar a mayo-junio para que empiecen las lluvias y se refresque y humedezca el ambiente.

Ahora ya puedo decir que tengo 37 años. Es un número bonito, pero hubiese preferido quedarme en los 36. A pesar de la distancia y de la diferencia horaria, mucha gente me felicitó. A lo mejor os parece una tontería, pero el simple hecho de que alguien te diga "Felicidades" es un momento de alegría puesto que alguien se ha acordado de ti o, al verlo en su calendario de Facebook, ha tenido la voluntad de escribirlo. El hecho de cumplir años en México me permitió comprobar que aquí eres el auténtico protagonista en el sentido amplio de la palabra, puesto que la tradición es que los demás te traigan un pastel y no lo hagas tú, hasta el punto de que si sobra tienes el derecho (y diría también la obligación) de llevártelo a casa.

Mientras escribo estas palabras estoy escuchando un grupo mexicano que se llaman Sixties Guns. Son de Tijuana y me han sorprendido gratamente. También me sorprendió hoy ver a una mujer con su perro y agarrarlo cuando pasé corriendo. La saludé, la aplaudí y le di las gracias. Eso sí, al cabo de 5 minutos me vi en el suelo puesto que ya era de noche y tropecé con una de tantas alcantarillas que se salen por encima. Por si acaso, me levanté enseguida para que nadie me viera, aunque no lo logré; alguien me vio.

Y es que aunque estés en la mejor calle de la ciudad, es obligatorio mirar siempre hacia abajo. Los baches y los agujeros están a la orden del día. Forma parte de la idiosincrasia de un país en el que todo es posible, hasta el punto de que en el trabajo regales unas entradas para un partido y los afortunados no vengan a por ellas, o que un autobús se enfade contigo porque estés cruzando un paso de peatones. Mi reacción fue saludarle.

Hoy me estreno con una fotografía. Intentaré ir añadiendo algunas más para que os acerquéis a una ciudad que te sorprende día a día. Seguiremos informando.





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