Páginas

Los emigrantes tenemos dos fechas de nacimiento

El 6 de marzo cumplí 6 meses en México. El tiempo pasa demasiado rápido como para darme cuenta de todo lo que me ha ocurrido durante tantos días. Lo curioso es que cuando eres emigrante te da la sensación de que tienes dos fechas de nacimiento: la tuya real y la que entraste al nuevo país. Digo esto porque una de las tónicas habituales cuando hablas con algún emigrante como yo, es preguntar cuándo llegó. Diría que es como tu matrícula, como tu nuevo DNI y, en este caso, mi fecha clave ya no sólo es el 11 de febrero, mi cumpleaños, sino también el 6 de septiembre.

Las últimas semanas han sido muy ajetreadas. Se me juntó todo: tener que salir del país porque expiraba mi visa de turista, buscar una nueva habitación puesto que tenía que irme de donde estaba e ir a cubrir el Abierto Mexicano de Tenis en Acapulco. Vayamos por partes. Lo más agobiante era saber si, efectivamente, ahora están poniendo más trabas para que los extranjeros entren a México. Nada más lejos de la realidad. Salí un viernes hacia San Antonio, Texas, y regresé dos días después a Ciudad de México sin problemas con Migración. De hecho me hicieron menos preguntas que cuando entré por primera vez en septiembre.

Lo que hice en San Antonio no pasará a la historia de la humanidad. Simplemente fui allí porque era el billete de avión más barato que encontré. Principalmente estuve por el Downtown y anduve por el Riverwalk, que es una zona con muchos bares junto a un río. Lo curioso es que siempre que he ido a los Estados Unidos nunca he tenido la posibilidad de poder ir a ver un partido de la NBA puesto que el equipo local siempre ha jugado fuera. En San Antonio me pasó lo mismo.

Mi entrada de nuevo en México fue por todo lo alto. Sin tiempo para respirar, llegué a casa, hice de nuevo la maleta y me marché a Acapulco. Digo que fue por todo lo alto porque por primera vez en mucho tiempo volví a sentirme periodista. Tuve la posibilidad de realizar entrevistas a tenistas, aficionados y estar en una sala de prensa con todo lo que ello conlleva. Fue corto, una semana, pero lo suficiente como para tener de nuevo ilusión por una profesión que nunca voy a intentar abandonar. Eso sí, siempre me acordaré de Acapulco por el calor y por los mosquitos que me dejaron las piernas llenas de picaduras.

Y hoy, 7 de marzo, estoy a un día de mudarme a la nueva casa. Me voy a una colonia que se llama La Condesa. Diría que es una de las zonas más europeas de Ciudad de México junto con la Roma, llena de bares, restaurantes, lugares de copas y un gran ambiente. Lo mejor de todo es que el piso a dónde voy es tan grande que si jugamos al escondite mis futuros compañeros (5) y yo no nos vamos a encontrar. Será una nueva experiencia para mí puesto que nunca he convivido con tanta gente en una misma casa. Por allí  hay franceses, españoles y mexicanos.

Y, sí, el running lo llevo regular. Entre tantas cosas, no he podido entrenar lo que quisiera. Pero a partir de este fin de semana ya me centraré para prepararme la Maratón de Berlín. Quiero volver a tener la sensación de libertad, de desahogo, de dejarme llevar mientras corro. Como siempre, lo haré con música, como la que ahora está sonando mientras escribo estas palabras. Seguiremos informando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario