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¿Qué significa ser emigrante?

No miento si digo que la emigración es uno de los temas de moda. Tampoco miento si afirmo que desde que he emigrado muchos ojos se han fijado en mi particular aventura. Me han dicho de todo: que si soy un valiente, que si soy un ejemplo para muchas personas, que no todos están dispuestos a hacer ese sacrificio...

La verdad es que cuando tomé la decisión, no pensé en nada de eso. Simplemente me decidí a cambiar mi rumbo, a romper con una dinámica que era muy negativa, a desahogarme porque no aguantaba más. Por eso no me considero ningún valiente y no creo que sea ejemplo para nadie. Sin embargo, me alegro de que haya personas que se interesen por mi historia, que me hagan preguntas y que les guste leer lo que escribo por aquí.

Ser emigrante supone muchas cosas. Significa que eres extranjero y que no te van a facilitar las cosas por el simple hecho de serlo. Ser emigrante significa que vienes a un país nuevo por necesidad (la mayoría de las veces es así) y que, efectivamente, si hubieses podido evitar serlo lo hubieras hecho. Y ser emigrante también quiere decir que por mucho que te esfuerces por adaptarte al nuevo país, siempre serás un extranjero y tienes todas las de perder.

Tras medio año en México puedo decir que mi adaptación no es total. Me sigue poniendo nervioso la informalidad y me cuesta aceptar que en este país las diferencias sociales están muy, muy marcadas. Sin embargo, lo acepto y trato de que forme parte de mi día a día. Sí que es cierto que ya me muevo por el DF con una cierta facilidad, hasta el punto de que he empezado a utilizar el servicio de Ecobici que existe y que funciona bastante bien. Y también me he podido adaptar ( a marchas forzadas) a ciertos comportamientos como, por ejemplo, saber que si no confirmas el día de antes de la cita, lo mejor es no ir porque te vas a quedar sólo esperando.

Lo que sí he conseguido es que en el trabajo la gente se lo pase bien con mis insultos españoles. Les hace gracia. Se ríen cuando me cago en algo o cuando utilizo las palabras hostia, gilipollas, que te den...hasta el punto que alguno de ellos ya las usan sin darse cuenta como, por ejemplo, joder. Sí, lo reconozco, soy mal hablado, pero les encanta.

No vayáis a creer que dejé de utilizar el taxi. Para nada. Os voy a contar un secreto. Necesito agarrarlo por lo menos una vez a la semana para sentirme con más libertad, para escuchar historias para no dormir como la de un señor que me contó que hasta hace poco trabajaba en el gobierno de Felipe Calderón y que con el cambio que se produjo en México tuvo que empezar a hacer de taxista para ganar dinero. Y es que una de las cosas más sorprendentes de este país es que tú puedes haber estudiado una determinada carrera, puedes ser profesional de algún ámbito concreto y puedes llegar a trabajar en algo que no tenga nada que ver y que nunca hubieses imaginado que lo podrías hacer.

Y, para variar, acabaré hablando de correr. Sé que soy aburrido pero me gusta compartir con vosotros todo lo que me ocurre. La novedad es que tras una semana fuera del DF (la que estuve en Acapulco por el Open de Tenis), he vuelto a tener problemas para respirar. El domingo hice 13'5 km y acabé vacío. La cuestión será tener paciencia y tranquilidad. Me despido a ritmo de música y recordando la gran victoria de hoy del Barça en la Liga de Campeones. Ah! Sigo sin adaptarme a ver los partidos a mediodía. Seguiremos informando.

3 comentarios:

  1. Me ha encantado esta entrada...Pero, una pregunta: ¿Por qué dices que eres aburrido?...A mí me parece muy interesante todo lo que cuentas...saludos

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  2. Hola. A veces me dala sensación que muchas de las cosas que escribo no interesan a nadie. ¡Gracias por leerme!

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  3. Muy buena definición de lo que significa ser emigrante, incluso con culturas parecidas, es difícil. A veces incluso en el mismo país de uno.

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