Páginas

Sin darme cuenta me estoy acostumbrando a las cosas

A medida que van pasando los días me estoy dando cuenta de que me estoy adaptando al ritmo de vida de Ciudad de México sin enterarme. Algunas cosas ya las hago de manera automática, como si llevara bastante tiempo aquí. Por ejemplo, cuando cojo el metrobús en Insurgentes (la avenida más larga de la ciudad) me conozco casi todas las paradas de memoria y no necesito estar tan pendiente de mira para saber dónde tengo que bajar.

Por suerte, me siguen sorprendiendo muchas acciones, muchas historias personales, muchos momentos que guardaré para siempre. La primera idea que se me aparece es la de una chica que se sentó ayer a mi lado en el metro. Pasó de hacer cara de sueño a acabar pintada y parecerse otra. Lo curioso es que entró y bajó en las mismas paradas que yo. Estuve a punto de decirle que era muy fan de ella porque en poco tiempo fue capaz de arreglarse, pintarse y acabar siendo una persona totalmente diferente. Y lo hizo con gente a los lados, con frenazos del metro y sin mucho tiempo para respirar.

Otro de los momentos importantes es cuando corro. Me explico. Últimamente estoy haciendo el mismo recorrido y siempre veo a las mismas personas. Ahora me acuerdo de un chico que está sentado mirando cómo pasan los coches e intentando que alguno de ellos entre a su establecimiento para limpiarlo. También me fijo en los señores que tienen puestos de comida y que me miran con cara extraña, o los dos hombres de edad avanzada que recogen la basura y me saludan. Creo que ya formo parte de su día a día. Me encanta. 

Por cierto, me siguen preguntando por qué escogí México. Al final no sé qué decirles y siempre contesto lo mismo: "me hablaron muy bien del país y decidí venir". En el trabajo que estoy ahora, una web llamada Sopitas.com, el tiempo transcurre de manera lenta. Son muchas horas. Es un ambiente un poco frío porque cada uno va a lo suyo y, además, soy el nuevo y nadie se atreve a hablar conmigo. Además, como sorpresa, el jefe lleva todos los días a su perro y a mí me incomoda, porque mi relación con ellos no es que sea muy buena (desde que mordió un perro les tengo pánico). El canino se pasea de un lado a otro y yo siempre tengo la alerta puesta por si acaso.

Una de las cosas que más me fascina de México es el tema del pesero (un autobús, por lo general, viej y que hace mucho ruido). Sobre todo en el momento de subirme a él o de bajarme. A pesar de que hay unas paradas específicas, tú puedes pedir que se pare estés donde estés. Y para bajar, tienes que darte prisa porque, si tardas un segundo más, no te da tiempo a hacerlo.

El transporte público del DF es muy barato como ya dije y sirve para que te diviertas, por lo menos en mi caso. Me divierte intentar mantener el equilibrio con los frenazos, observar a la gente lo que hace, los chicos y chicas que venden cosas, las caras de sueño y de seriedad, los bostezos...Y, lo más sorprendente. A pesar de la cantidad de gente que lo utiliza, todavía no he tenido la sensación de que alguien huela mal.

Y ya que me he puesto a escribir, os hablaré de lo que es un menú en México, al menos en dos bares que he estado últimamente para comer. Se compone de 3 platos: una sopa, un segundo plato que puede ser pasta o arroz, y un tercer plato que suele ser carne. Con el agua y el postre incluidos te cuesta unos 50 pesos, es decir, unos 3 euros. Más barato imposible. Hasta ahora siempre he intentado evitar algún tipo de comida mexicana porque siempre me contestan que todo pica. Pero, poco a poco, voy introduciendo algo de picante en mi dieta para ir acostumbrándome.

Por ejemplo, el sábado fui capaz de comerme dos quesadillas y dos tacos. Fue en un mercado ambulante que está cerca de donde vivo ahora. Si bien es cierto que uno de ellos picaba un poco, pude comerlo sin problemas. Lo que más me gustó fue ver cómo lo hacían, con qué rapidez. Eso sí, la tradición, según mi amigo Eduardo, es que primero pidas un agua de horchata y después ya vayas a que te hagan los tacos y las quesadillas. Y así hicimos. Seguiremos informando.











9 comentarios:

  1. Pide una michelada con clamato la próxima vez! Seguro que te encanta.

    ResponderEliminar
  2. No sé por qué, pero al rato vas a ser mexicanísimo y te traerás a la novia y todo. Ya verás...saludos

    ResponderEliminar
  3. Hola Cristina. Lo veo difícil, ¡pero nunca se sabe! Gracias por leerme.

    ResponderEliminar
  4. Supe de tu blog en el reportaje que te hicieron en el medio español y ahora soy tu asidua lectora. Saludos.

    ResponderEliminar
  5. Pues me alegro que lo seas. ¿Tienes algún blog para que te pueda leer? Saludos.

    ResponderEliminar
  6. No, por el momento, no, pero somos colegas.

    ResponderEliminar
  7. Por supuesto. Seguimos en contacto. Un placer.

    ResponderEliminar
  8. Hola Toni : Desde que apareciste en El Mundo, te empiezo a leer, yo llevo unos cuantos meses más por México, pero la verdad este país te recibe fenomenal, aunque con su idiosincrasia. Hay cosas que puede extrañar si vienes de España, pero que a la larga te acostumbras y entiendes los motivos. Creo que para adaptarse hay que tener una mente abierta, y México es un buen sitio, porque tiene costumbres no muy habituales, pero sin embargo es muy cercano para los españoles. Suerte y Animo!!!

    ResponderEliminar
  9. Si es que es una delicia de surrealismo este país que se disfruta en los más mínimos detalles...

    ResponderEliminar