Páginas

Ciudad de México y sus gentes

Es increíble la variedad cultural que existe en México, sobre todo en lo que respecta a las razas. Esa diversidad me sorprende porque, a pesar de haber estado en ciudades cosmopolitas como Londres o Nueva York, en nada se parece a lo que he visto en DF.

La anarquía que existe en esta ciudad desaparece los domingos. Parece otra. Incluso es muy fácil sentarse en el metrobús, cosa poco habitual. Comprenderán ustedes que para moverte por esta gran urbe es necesario el transporte público o el taxi. Hasta ayer no había podido probar lo que es sentarse en un metrobús, que es como un autobús de línea. Lo hice para ir a ver el Barça-Madrid en casa de otro valenciano emigrado a México. Estaba eufórico por poder mirar la ciudad desde la ventana sin estar incómodo.

Lo malo de los domingos en Ciudad de México no es que las tiendas estén cerradas, que no lo están, sino que algunos parques cierran públicos cierran por la tarde. No lo sabía. Había decidido ir a correr en los Viveros de Coyoacán para no tener que hacerlo entre coches y humo. Mi sorpresa fue que estaba cerrado. ¡No! Improvisé y decidí correr por la acera rodeando el parque. Una experiencia más.

Cuando me muevo intento tener paciencia. Aunque para mí el tiempo siempre ha sido oro, aquí es secundario porque nunca sabes cuánto tardarás en llegar a los sitios. Mientras que para un mexicano media hora en coche está cerca, para mí es un infierno saber que tardaré como mínimo una hora para llegar al destino.

En ocasiones estoy obligado a tomar un taxi, sobre todo cuando es de noche. En general es gente amable, pero siempre soy yo el que empieza la conversación para romper el hielo y para que el viaje no se haga tan largo. Habitualmente les pregunto si les gusta el fútbol y de qué equipo son. No me pregunten por qué hago esta pregunta, pero es la que suelo hacer. Podría decir que el 90% de los taxistas son fanáticos del fútbol. Creo que hablar con ellos me ayuda a estar más tranquilo, a no pensar en tonterías tales como si me atracarán o me raptarán (no debería pensarlo, pero me han calentado tanto la cabeza con estas cosas que, al final, no puedo evitarlo).

La realidad es que llevo un mes en Ciudad de México. El tiempo pasa demasiado rápido. Algunos creerán que tras 30 días debería estar mejor adaptado, pero no es así. Me sigo despertando a las 5 de la madrugada, sigo respirando con cierta dificultad cuando corro, me impacta tanto tráfico y tanta gente y sigo sin entender el "ahorita" mexicano. Pero resistiré. Vine a trabajar y estoy empeñado en conseguirlo. Espero tener la suerte que me está faltando desde hace un tiempo. Seguiremos informando.

1 comentario:

  1. Toma taxis de sitio o usa la nueva app para celulares que puso en marcha el Gobierno. Es como una base de datos de taxis seguros...

    ResponderEliminar