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Saber esperar

Siempre he tenido envidia de las personas que saben esperar. Para mí siempre ha sido un suplicio porque habitualmente he sido puntual. Lo curioso es que cuando decidí venir a México no pensé en estas cosas. Un mes y tres semanas después me he dado cuenta de que ahora, más que nunca, debo aprender a saber esperar.

Hay diferentes formas de esperar. Desde la de estar de pie en un sitio porque has quedado a una hora determinada y la persona en cuestión tarda en llegar, hasta la de estar delante de un ordenador porque esperas la contestación de un correo electrónico importante. En todos los casos, la paciencia es fundamental. A base de esperar me he armado de ella.

El otro día tuve una entrevista en un canal de televisión. Me comentaron que necesitaban un reportero para temas culturales y me presentaron a la coordinadora. Me explicó que querían a alguien nuevo, alguien que pudiese hacer reportajes en profundidad desde otra perspectiva. Me dijo que le escribiera una serie de propuestas para empezar lo más pronto posible. De esto hace una semana y todavía no he recibido ninguna respuesta. Lo curioso es que andan necesitados.

Este es uno de los muchos ejemplos que me he ido encontrando en Ciudad de México. Y no sólo tienen que ver con cuestiones de trabajo. También en el día a día. Un fin de semana me fui a Cuernavaca para pasar el domingo con mi familia mexicana, Eduardo y María Luisa. Ellos se habían marchado el día anterior y yo me fui en autobús. Era la primera vez que salía de la ciudad en transporte público. Se trataba de un autobús moderno, nuevo y muy cómodo. Al poco rato noto que se para. No le di mucha importancia porque creía que había algún control de policía. Al cabo de 10 minutos decido mirar por la ventanilla y veo al conductor haciendo una serie de señas. No entendía lo que quería decir. 5 minutos después veo que un señor baja del autobús pero los demás siguen en sus asientos. Al final decido bajar para preguntar y el conductor me indica que se ha estropeado el motor y que tendré que subir a otro autobús. Es decir, si no llego a bajar y preguntar creo que todavía seguiría allí sentado.

También existe la posibilidad de que quieras ir a correr y no puedas porque se trata de una hora complicada por el tema de la contaminación, sobre todo si se trata de gente como yo que acaba de llegar y tiene problemas para respirar por la altura. En ese caso también toca esperar.

Y es muy divertido tratar de esquivar las horas punta de la ciudad. Es decir, también es importante esperar una hora prudente para tomar un metro, un metrobús o un pesero. En cualquier caso, muchas veces puedes equivocarte porque no existe una ciencia exacta en DF para decir que a tal hora habrá más o menos tráfico.

A través de estas historias trato de esperar, de ser paciente, de recordar lo que he pasado los dos últimos años en España, de pensar que se trata de una inversión y que más pronto o más tarde tiene que dar sus frutos. Es de agradecer que haya españoles que traten de ayudarte, ya sea con una palabra de ánimo, ya sea porque conocen a alguien del mundo de la comunicación o en cuestiones relacionadas con la tramitación de los papeles. A todos ellos, muchas gracias.

Desgraciadamente, llevo demasiado tiempo en el lado de que necesito ayuda. Lo que más deseo en este mundo es estar pronto en el lado de los que puedo ayudar. Por eso vine a México, para sentir que puedo ayudar a otras personas. Seguiremos informando.




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