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El metro de Ciudad de México y otras historias

El metro de Ciudad de México es un mundo muy peculiar. Allí he visto de todo. Desde la chica que llora en soledad, hasta el señor que habla a la pared o el joven con auriculares que canta en voz alta.

Pero no me quiero olvidar de los muchos y muchas mexicanas que aprovechan el recorrido del metro para dormir. Seguramente viven muy lejos de su lugar de trabajo y utilizan el vagón del metro para cerrar los ojos y olvidarse de todo. Eso sí, siempre que tengas la suerte de sentarte. El otro día, un hombre que estaba a mi lado empezó a dar cabezadas y se movía hacia mí. Cuando me tocaba se despertaba y me pedía perdón. No me molestaba, pero tuve la suerte o la desgracia de que el trayecto se demoró porque el metro hizo muchas paradas entre estación y estación.

En las horas punta, lo normal es dejar pasar tres o cuatro trenes antes de poder subirte, si es que te atreves a hacerlo. Las estaciones más "problemáticas" son las de los trasbordos. Por ejemplo, la que más utilizo es Tacubaya. Cuando llega un tren, es increíble la cantidad de personas que salen y entran a los vagones. Pero lo más sorprendente es que en el momento en que ha desaparecido el tren, miras a izquierda y derecha y vuelve a haber muchísima gente esperando al siguiente. Es como un bucle.

Ya he comentado ( y si no ha sido así lo hago ahora) que en México es imprescindible tener mucha paciencia. Diría que es fundamental para poder vivir aquí, sobre todo si estás pendiente, como yo, de poder tramitar el FM3, que es el permiso que necesito para poder trabajar. Aparte de los papeles que tienen que ver con tu situación personal, también debes poseer una carta de la empresa que te quiere contratar y una serie de documentos referentes a ella. Pues bien, a estas alturas todavía estoy esperando que la empresa que me realizó una oferta me envíe esa documentación que necesito. En este sentido tengo dos opciones: enfadarme o pensar que esta es la forma de actuar en un país como México. Evidentemente, he optado por la segunda. De hecho, es importante tener en cuenta que quién está viviendo como extranjero soy yo, que soy yo la persona que debo adaptarme a las formas mexicanas y a su cultura, y soy yo el que debo pensar que, en realidad, van a hacerme un favor.

Por lo demás, sigo con mi entrenamiento a más de 2.000 metros de altura. No debería preocuparme por el tema de la respiración, puesto que el pasado domingo corrí por Cuernavaca, que está a una altura mucho menor, y pude correr con tranquilidad, con buena respiración y sin problemas. Tengo ganas de participar en alguna prueba, para saber si ya puedo ir a un ritmo normal de carrera. Y sí, quiero correr una maratón en el 2013, pero no sé cuál. Mi idea era participar en la de París, pero no va a ser posible. Si las cosas me van bien por aquí, lo normal sería correr alguna maratón en Latinoamérica o en Estados Unidos.

De momento he tenido la suerte no estar en un atasco. Es algo habitual en una ciudad de más de 20 millones de habitantes. Me hubiera podido pasar si estoy en un taxi, pero intento evitar tomarlo si creo que es una hora en la que la gente va o se marcha del trabajo. Eso sí, todavía tengo la sensación de ser un extranjero a pesar de que intento disimularlo. Seguiremos informando.





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